NAVEGANTE
Ese
exquisito olor le crispa todas las esencias sensoriales al Cipotillo, así como
el olor del pecho materno distante entre colchas miadas – se dice para sí mismo
- alborota todas las noches, al adormecido crio de su hermano en la champa donde
viven; igualito se le inquieta la tripa hambrienta de siempre por lo que se saborea de emoción.
Los ojos se le nublan entre un llanto ardoroso ocasionado por el humo que aun sale de la leña verdosa, con la pasión silente y fugaz, por lo que ven.
Los ojos se le nublan entre un llanto ardoroso ocasionado por el humo que aun sale de la leña verdosa, con la pasión silente y fugaz, por lo que ven.
Respira y respira profundo hacia dentro, a pesar de que eso le ocasiona una tosigosa reacción, pero se deleita al sentir entre el angustioso humo leñoso, ese sabroso olor tan real como imposible de deleitarlo, por aquello de la pobreza.
La lengua se le empapa de saliva tilosa a causa de lo que sus prominentes y
chatas fosas nasales inhalan con tanta fuerza silenciosa. Los chisporroteos del
diablo - dice ensimismado - saltan y suenan como luceros burlones de su
imposible deseo, en cada gota sebosa que cae al fuego.
Sentado en los manojos de palo de jocote ansia - como gato zonto al conejo - que la niña Tona vaya a traer más leña allá dentro y así lograr su hambriento cometido, de alargar un poquito el brazo para alcanzar y pellizcar aunque sea un pedacito, de su imposible deseo. Un fuerte grito le corta la suculenta catarsis estomacal:
Sentado en los manojos de palo de jocote ansia - como gato zonto al conejo - que la niña Tona vaya a traer más leña allá dentro y así lograr su hambriento cometido, de alargar un poquito el brazo para alcanzar y pellizcar aunque sea un pedacito, de su imposible deseo. Un fuerte grito le corta la suculenta catarsis estomacal:
- ¡Hey vos muchachito chele! , - le grita la niña Tona –
- ¿cuánto vas a llevar de tortillas?... ¡Diocuarde con vos muchachito, con Dios mío!, de ratos testoy preguntando y vos bien ido, o bien viendo el fuego o bien desiando el pedazo e Tunco questoy asando...
- ¿cuánto vas a llevar cipote? – pregunta la niña Tona de nuevo con firme pero amorosa voz.
- “Este...solo tres tortillas quiero...una para mí, otra pá mi mama y la otra pál Chucho” –
Responde asustado y aun enervado por el olor del Tunco que asa la Tona sobre el fuego, en un rústico y mojoso azadón.
Pero aunque el hambre, la vergüenza y la escases son fieles compañeras de viaje en la pobreza, la inocencia, junto a la inteligencia y supervivencia les ganan - por ser constantes- a las primeras, por ser limitantes.
Entonces el cipotillo le dice a la niña Tona antes de partir:
- Niña Tona...
- Diga mi papa...
- Jajajajaja...sí que sos piriche y cachimbón bichito, diay pues, seña, echa la manta y saca la tortilla.
Y le untó toditita la tortilla, al derecho y al revés– ya que era para el Chucho - . Y se la dio.
-
Vaya mami, ya vengo...
- Vaya mijo, dame mi chenga pues, y le pones esa tortilla seca al pobre Chucho... Mijo, eran tres tortillas, ¿y la otra?
- ¡Ya Má ¡...en el camino me la comí, ya que mi perra hambre no aguanto más.
- Vaya mijo, dame mi chenga pues, y le pones esa tortilla seca al pobre Chucho... Mijo, eran tres tortillas, ¿y la otra?
- ¡Ya Má ¡...en el camino me la comí, ya que mi perra hambre no aguanto más.